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El
matador y los banderilleros esperan la salida del toro resguardados en
burladeros fijos de la plaza: el matador y el segundo peón, en el
burladero de capotes; el peón de confianza en el primero de los que ha
de encontrar el animal en su recorrido y el tercero en el situado justo
enfrente de éste. Tras su irrupción en la arena, por lo general rápida y
violenta, el toro suele recorrer, a gran velocidad, las tablas de la
barrera situadas a su derecha (cuando lo hace a su izquierda, se dice
que el toro "ha salido contrario"). Después de una o dos vueltas es
preciso fijarlo, es decir, hacer que preste atención a los engaños, para
lo que el primer peón le dobla, es decir, le frene con el vuelo del
capote, lo embarca en él girándolo, cambia de manos la capa por la
espalda y por último, con el capote sujeto a una sola mano, lo corre
hasta el punto desde el que pueda citarlo el matador.
Siguen los denominados pases de recibo, que instrumenta
el matador y que sirven para enseñar a embestir al toro y también para probar
sus cualidades positivas y negativas. Suelen correrlos caminando hacia atrás,
sin perder la rectitud con la dirección del animal y dándole salida sin
forzarlo, con objeto de comprobar en puridad la naturaleza de su embestida y
llevarlo así a los medios. El presidente ordena la salida de los picadores. Uno
ejecutará la suerte y el otro cubrirá la salida, es decir, se situará en el
extremo opuesto del redondel. La razón que sustenta el castigo que el toro ha de
sufrir en varas es la de adecuar y mejorar su comportamiento durante el resto de
la lidia: quebrando su fortaleza y pujanza naturales para atemperarlo,
corrigiendo —por las heridas infligidas a uno u otro lado del morrillo— los
defectos de la cabeza y obligándole a humillar la testuz. Por otra parte, es la
prueba fundamental con la que medir su bravura.
Puesto
el toro en suerte por el matador, o con menor frecuencia por uno de los
subalternos, en línea con el caballo, que no traspasará la raya interior como el
toro no debe traspasar la exterior, el picador puede realizar la suerte de
frente y por derecho, dando los pechos del caballo, ligeramente cuarteado, al
toro, o de costado, por el lado cubierto por el peto. La puya debe clavarse en
lo alto, alargándola en el cite y recogiéndola desde el encuentro y jamás,
aunque es un jamás que nunca se cumple, debe taparse la salida del toro durante
la vara, acorralándolo entre las tablas y el cuerpo del percherón, la denominada
carioca. Terminada la suerte, el matador procede al quite, es decir a sacar
primero al toro de su encele con el caballo y después a instrumentarle los pases
de capa que considere más lucidos según las características del animal. En las
varas segunda y tercera, que son las que calibran, en verdad, la casta y bravura
del toro, los quites los efectúan, por orden de antigüedad, los compañeros de
terna.

LOS HIERROS.
Para proteger las piernas se utilizan unas armaduras. La de la pierna
izquierda, que es la más corta, impide que el empuje del toro la aplaste
contra las tablas. La de la derecha, conocida como "mona" (ver gráfico),
protege directamente del empuje del toro.
LA
PUYA. Se coloca al extremo de una vara y tiene forma de pirámide
triangular, con 29mm. de alto y 20 de base de cada triángulo. Una
cruceta evita que la puya entre más allá de lo debido. |